Estrabón decía: “Montada la cumbre del
Idubeda, al momento se daba el primer paso en la Celtiberia”. “La Celtíberia
producía toda clase de plantas. La parte vecina del Mediterráneo estaba llena
de viñas, olivos, higueras y otros árboles cuyos frutos eran excelentes”.
Cabe la posibilidad de que los Ólcades
habitaran inicialmente también la alta y extensa Cordillera Idubeda integrados
o contiguos a los Beribraces (pueblos del castor) y fueran también pastores
montañeses: Olocau del Rey (Castellón), Alacuás y Olocau (Valencia).
Los Beribraces continuaron siendo sólo
ganaderos y los Ólcades, además, cultivarían huertas y buscarían terrenos cada
vez más extensos y fértiles, siguiendo el curso de los ríos y manantiales, para
lo cual tenían que ir descendiendo a los llanos.
Progresivamente alcanzaron la costa
mediterránea, el pingüe suelo de las huertas (olcas) de Castellón (empezando
por el Maestrazgo), Valencia, Alicante, Murcia, así como la Mancha, la
Alcarria, las cuencas del Guadalquivir y del Ebro, la mesopotamia
Tajo-Guadiana, etc. Aunque con diversa intensidad, se detecta su presencia
ólcade en la mayor parte de la Península Ibérica.
Con el progreso de la agricultura y su
adopción por otros Celtíberos irían llamándose a su vez también Olcades
(agricultores) en sentido lato, junto a los Olcades iniciales propiamente
dichos.
Otros celtíberos de diversas etnias pudieron
ser también llamados Olcades de algún modo por el hecho de llegar ser también agricultores
y obviamente de cultivar olcas (huertas), conservando a la vez sus nombres
étnicos. Constan en documentos importantes como el Bronce de Alcántara y los Bronces
de Botorrita (con la palabra “olca”) relativos a reparto de tierras.
Nota: El término Celtíberos tampoco es
unívoco: En Bilbilis (ciudad prerromana situada sobre la colina de Bámbola, a
orillas del río Jalón, en la localidad de Huérmeda, cercana a Calatayud) y su
zona próxima los Celtíberos eran, según Marcial (él mismo era celtíbero), descendencia
genética de Celtas e Íberos. En el resto de la Península serían, en general
Celtas de Iberia, conservando además sus nombres ancestrales (arévacos,
vacceos, lobetanos, turboletas, etc.).
Así pues, en otros muchos lugares habitados
por celtas habría huertas (olcas) pero no en todos ellos se llamaban ólcades
sus habitantes, sino que conservaban el nombre tradicional de su etnia. De
tales circunstancias resulta en la mayor parte de la Península Ibérica un buen
número de topónimos ólcades coherentes:
1. Son lugares todos donde
existía una indudable práctica agrícola y pequeños vicos junto a una fortaleza
grande necesaria para la defensa del conjunto.
2. Tenían contactos
comerciales con la costa mediante las cuencas de los ríos Júcar, Cabriel,
Magro, Turia, Segura, con sus propios establecimientos y con los enclaves
griegos.
Aníbal atacó la Cart-althia del Sur
(Altea), la Cartalia del Norte (Castellón) y Cartaia pueden ser ciudades
distintas con el mismo nombre: Cart- = ciudad, (Enrique Flórez?) y encontró en los Ólcades la
fuente de un enorme botín, suministros para su ejército y mercenarios.
Mantua,
Villamanta, Bandua, Mando: eran
nombres celtas para los caminos y para las ciudades junto a los mismos.
En la
batalla del Tajo, en el 222 a. C. se aliaron contra Anibal
los Ólcades con los Carpetanos y los Vacceos (la llamada Coalición Celtibérica).
Con la victoria de Aníbal empezó bruscamente la desaparición de los ólcades.
Ciertos Ólcades fueron atacados constantemente
por Aníbal desde 221 a. de C. hasta 218 a. de C. además de los Oretanos y Lobetanos de
Albarracín y Teruel.
Tras la conquista de Sagunto por
Aníbal y su marcha sobre Roma, los ólcades residuales que ya no necesitaba,
fueron expatriados al Norte de África donde cayeron en el olvido.
Pero los ólcades dejaron en España sus
olcas o huertas, los vicos, los castillos para su explotación y defensa
y sus correspondientes topónimos celtas.